15 de septiembre de 2007

Video de Paulo Freire en un Congreso de Barcelona 1994

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12 de septiembre de 2007

Para comprender un poco más el pensamiento de Karl Marx

Extractos de "El mundo de Sofía"


Marx (1818/1883) fue lo que se suele llamar un materialista histórico.

Generalizando, decimos que la época de los grandes sistemas acaba con Hegel. Después de él, la filosofía toma caminos muy distintos. En lugar de grandes sistemas especulativos surgió una llamada «filosofía existencialista» o «filosofía de la acción». Marx observó que «los filósofos simplemente han interpretado el mundo de modos distintos; lo que hay que hacer ahora es cambiarlo». Precisamente estas palabras señalan un importante giro en la historia de la filosofía.

La filosofía de Marx tiene por tanto una finalidad práctica y política. También conviene recordar que no sólo era filósofo, sino también historiador, sociólogo y economista.

Al menos no hay ningún otro filósofo que haya tenido tanta importancia para la política práctica. Por otra parte, debemos cuidarnos de identificar todo lo que se llama «marxismo» con el pensamiento del propio Marx. De Marx se dice que se convirtió en marxista a mediados de 1840, pero más tarde también tuvo a veces necesidad de señalar que no era marxista.

Desde el principio, su amigo y colega, Friedrich Engels, contribuyó a lo que más tarde se llamaría el «marxismo».En nuestro propio siglo Lenin, Stalin, Mao y muchos otros han hecho sus aportaciones al marxismo o «marxismo-leninismo».

Hegel había señalado que la evolución histórica se mueve hacia adelante por una tensión entre contrastes, que a su vez es sustituida por un cambio brusco. Esta idea es continuada por Marx. Pero según Marx, Hegel lo expresaba al revés.

A la fuerza que impulsa la Historia hacia adelante, Hegel la llamaba «espíritu universal». Es esto lo que, según Marx, es poner las cosas al revés. El quería mostrar que los cambios materiales son los decisivos. Por lo tanto, no son las «condiciones espirituales» las que crean los cambios materiales, sino al revés. Son los cambios materiales los que crean las nuevas condiciones espirituales. Marx subrayó especialmente las fuerzas económicas de la sociedad como las que crean los cambios y, de esa manera, impulsan la Historia hacia adelante.

Eso tenía que ver con la organización de la vida cotidiana económica en sí. La producción estaba más o menos basada en el trabajo de los esclavos. Por eso los ciudadanos finos no tenían necesidad de mejorar la producción mediante inventos prácticos. Éste es un ejemplo de cómo las condiciones materiales contribuyen a marcar la reflexión filosófica de la sociedad.

A estas condiciones materiales, económicas y sociales de la sociedad, Marx las llamaba base de la sociedad. A cómo se piensa en una sociedad, qué clase de instituciones políticas se tienen, qué leyes y, lo que no es menos importante, que religión, moral, arte, filosofía, leyes y ciencia, Marx lo llama supraestructura de la sociedad.

Base y supraestructura, entonces.

Ahora alcánzame el templo griego, por favor.

Esto es una copia reducida del viejo templo del Partenón de la Acrópolis.

Ves que el edificio tiene un tejado muy elegante y elaborado. Puede incluso que en lo primero que uno se fije sea en el propio tejado y en la fachada. Eso es lo que podríamos llamar la «supraestructura». Pero el tejado no puede flotar en el aire. Está sostenido por las columnas.

Todo el edificio tiene ante sí un sólido fundamento, o una «base», que soporta toda la construcción.
De la misma manera Marx opinaba que las condiciones materiales levantan, en cierto modo, todo lo que hay de pensamientos e ideas en la sociedad. En este sentido la supraestructura de una sociedad es el reflejo de la base de la misma.

Hay una influencia recíproca entre la base y la supraestructura de la sociedad. Si hubiera negado esta reciprocidad, habría sido un «materialista mecanicista». Pero Marx reconoce que hay una relación recíproca o «dialéctica» entre la base y la supraestructura, y por eso decimos que es un materialista dialéctico. Por otra parte puedes tomar nota de que Platón no trabajó ni como alfarero ni como viticultor.

Si estudiamos detenidamente la base del templo veremos que las columnas reposan sobre una base que consta de tres niveles o escalones.

De la misma manera también podemos distinguir tres niveles en la base de la sociedad. Lo más básico es lo que podemos llamar las condiciones de producción de la sociedad, es decir las condiciones y los recursos naturales que existen en la sociedad, todo aquello que tiene que ver con el clima y las materias primas. Todo esto constituye los cimientos de la sociedad, y estos cimientos ponen límites clarísimos sobre qué tipo de producción puede tener esta sociedad. Y con ello, también se ponen límites muy claros sobre qué tipo de sociedad y qué tipo de cultura se puede llegar a tener en general.

Por ejemplo, no se pueden pescar arenques en el Sahara, y tampoco se pueden cultivar dátiles en el norte de Noruega.

Pero también hay mucha diferencia entre la manera de pensar de la gente de una cultura nómada y la de un pueblecito pesquero del norte de Noruega. El siguiente nivel abarca las «fuerzas productivas» que existen en la sociedad. Marx se refiere con esto a la clase de herramientas y máquinas que se tienen.

Antiguamente se pescaba con barcas de remo, hoy se pesca con grandes barcos de arrastre.

Ya estás tocando el siguiente nivel de la base de la sociedad, es decir quién es el propietario de los medios de producción. A la propia organización del trabajo, es decir, a la división del trabajo y a las relaciones de propiedad,

Marx las llamó relaciones de producción de la sociedad.

Hasta aquí podemos concluir y decir que es el modo de producción de una sociedad el que decide las condiciones políticas e ideológicas que hay en esa sociedad. No es una casualidad que hoy en día pensemos de un modo algo distinto, y que tengamos una moral distinta a la que existía en una antigua sociedad feudal.

Marx señaló además que, por regla general, es la clase dominante de una sociedad la que decide lo que es bueno y lo que es malo. Porque toda la Historia es una historia de luchas de clases. Es decir, que la Historia trata, sobre todo, de quién va a ser propietario de los medios de producción.

-¿No contribuyen también los pensamientos e ideas de la gente a cambiar la Historia?

- Sí y no. Marx era consciente de que las relaciones de la supraestructura de la sociedad pueden actuar sobre la base de la sociedad, pero rechazó la idea de que la supraestructura de la sociedad tuviera una historia independiente. Lo que ha impulsado a la Historia a evolucionar desde las sociedades de esclavos de la Antigüedad, hasta las sociedades industriales de nuestra época, han sido sobre todo los cambios que han tenido lugar en la base de la sociedad.

En todas las fases de la Historia ha habido, según Marx, un antagonismo entre las dos clases sociales dominantes. En la sociedad de la esclavitud de la Antigüedad, el antagonismo estaba entre el ciudadano libre y el esclavo; en la sociedad feudal de la Edad Media entre el señor feudal y el siervo; y más adelante entre el noble y el burgués. Pero en la época del propio Marx, en lo que él llama una sociedad burguesa o capitalista, los antagonismos están ante todo entre el capitalista y el obrero o proletario. Existe, pues, un antagonismo entre los que poseen y los que no poseen los medios de producción. Y como la «clase superior» no quiere ceder su predominio, un cambio sólo puede tener lugar mediante una revolución.

-¿Qué sucede con la sociedad comunista?

-A Marx le interesaba especialmente la transición de una sociedad capitalista a una sociedad comunista. También realiza un análisis detallado del modo de producción capitalista. Pero antes de centrarnos en este tema, tenemos que decir algo sobre la visión que tenía Marx del trabajo de las personas.

-Antes de convertirse en comunista, el joven Marx estuvo interesado en saber qué le ocurre al ser humano cuando trabaja. También Hegel había analizado este tema. Hegel pensaba que hay una relación recíproca o dialéctica entre el ser humano y la naturaleza. Cuando el hombre trabaja la naturaleza, al mismo hombre también se le trabaja. O dicho de un modo un poco diferente: cuando el hombre trabaja, interviene en la naturaleza y deja en ella su huella. Pero en este proceso laboral también la naturaleza interviene en el hombre y deja huella en su conciencia.

-Dime qué clase de trabajo realizas y te diré quién eres.

-Ésta es, muy resumida, la tesis de Marx. El cómo trabajamos marca nuestra conciencia, pero nuestra conciencia también marca nuestro modo de trabajar. Se puede decir que hay una relación recíproca entre la «mano» y el «espíritu». Así, la conciencia del hombre está en estrecha relación con su trabajo.

-Entonces tiene que resultar bastante terrible estar desocupado.

-Sí, porque el que no tiene trabajo está de alguna manera vacío. Hegel ya había pensado en esto. Tanto para Hegel como para Marx, el trabajo es algo positivo, es algo íntimamente relacionado con el hecho de ser persona.

-Entonces también debe ser algo positivo ser obrero.

-Sí, en un principio sí. Pero precisamente en este punto Marx lanza su terrible crítica sobre la forma capitalista de producción.

-En el sistema capitalista el obrero trabaja para otro. Así el trabajo se convierte en algo fuera de él. El obrero es un extraño a su propio trabajo y por tanto también se convierte en un extraño a sí mismo. Pierde su propia realidad humana. Marx dice con una expresión hegeliana que el obrero se siente alienado.

-Yo tengo una tía que lleva veinte años en una fábrica empaquetando bombones, de modo que no me cuesta nada entender lo que dices. Dice que odia tener que ir al trabajo todas las mañanas.

-Pero si odia su trabajo, entonces, en cierta manera, también debe de odiarse a sí misma.

-En la sociedad capitalista el trabajo está organizado de manera que el obrero está realizando, en realidad, un trabajo de esclavo para otra clase social. Así, el obrero transfiere su propia fuerza laboral, y con ello toda su existencia humana, a la burguesía.

Estamos hablando de Marx. Tenemos que tener presentes las condiciones sociales existentes a mediados del siglo pasado. Y la respuesta es un sonoro «sí». El obrero tenía fácilmente una jornada laboral de doce horas, en unas frías naves de producción. La paga era a menudo tan escasa que también tenían que trabajar los niños y las mujeres que acababan de dar a luz. Todo esto llevó a condiciones sociales indescriptibles. En algunos lugares, parte del salario se pagaba en forma de aguardiente barato, y muchas mujeres se veían obligadas a prostituirse. Los clientes eran los «señores de la ciudad». En pocas palabras: precisamente mediante lo que sería la marca de nobleza del hombre, es decir, el trabajo, al obrero se le convertía en un animal.

Al mismo tiempo, los hijos de la burguesía podían tocar el violín en grandes y cálidos salones tras un baño refrescante, o sentarse al piano antes de una espléndida cena de cuatro platos. Bueno, el violín y el piano también podían tocarse por la tarde tras un estupendo paseo a caballo.

En 1848 publicó, junto con Engels, un manifiesto. La primera frase de ese manifiesto dice así: «Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo».

-Me entra hasta miedo. -A la burguesía también. Porque todo el proletariado había empezado a levantarse. ¿Quieres saber cómo acaba este manifiesto?

-«Los comunistas desprecian mantener en secreto sus propias opiniones e intenciones. Declaran abiertamente que su meta sólo podrá alcanzarse cuando el régimen social hasta ahora vigente sea derribado por la fuerza. Que las clases dominantes tiemblen a la vista de una revolución comunista. El proletariado no tiene nada que perder excepto sus cadenas. Tiene un mundo por ganar. ¡Proletarios del mundo entero, uníos!»

Esto es lo que Marx llama explotación.

-El capitalista puede luego invertir parte de las ganancias en nuevo capital, por ejemplo, en la modernización de las instalaciones de producción. Lo hace con la esperanza de poder producir la mercancía aún más barata y, por consiguiente, aumentar las ganancias en el futuro.

Pero tanto en este punto como en otros, a la larga no sucederá lo que se imagina el capitalista.

Marx opinaba que había varias contradicciones en la manera de producción capitalista. El capitalismo es un sistema económico autodestructivo, porque carece de una dirección racional.

Es inherente al sistema capitalista el caminar hacia su propia perdición. De esa manera el capitalismo es «progresivo», o está «dirigido hacia el futuro», porque es una fase en el camino hacia el comunismo.

-¿Puedes poner un ejemplo sobre lo de que el capitalismo es autodestructivo?

-Acabamos de mencionar al PRIMERO capitalista al que le sobra un buen montón de dinero y que usa parte de ese superávit para modernizar la empresa; pero algo se gastará también en clases de violín, además de hacer frente a los caros hábitos que su mujer ha ido adquiriendo.

SEGUNDO: Compra maquinaria nueva y no necesita ya tantos empleados. Esto lo hace con el fin de aumentar su capacidad de competitividad.

Pero él no es el único que piensa así, lo que significa que todo el sector de producción se hace más eficaz.

TERCERO: Las fábricas se hacen cada vez más grandes, y se van concentrando en menos manos cada vez. ¿Entonces qué ocurre, Sofía?

CUARTO: Entonces, por la progresiva concentración, se necesitará cada vez menos mano de obra, y habrá más y más parados.

Consecuentemente,

CINCO: crecerán los problemas sociales y esas crisis constituyen un aviso de que el capitalismo se está acercando a su fin.

Pero también hay otros rasgos de autodestrucción del capitalismo. Cuando hay que sacar cada vez más ganancias al sistema de producción sin que se cree un excedente suficientemente grande como para seguir produciendo a precios competitivos...

-¿Entonces qué hace el capitalista? Imagínate que eres la dueña de una fábrica. Tienes problemas económicos. Estás a punto de arruinarte. Y yo te pregunto: ¿qué puedes hacer para ahorrar dinero?

-¿Bajar los sueldos, tal vez?

- Pues sí, es lo más inteligente que puedes hacer. Pero si todos los capitalistas son igual de listos que tú, y lo son, dicho sea de paso, los obreros serán tan pobres que ya no podrán comprar nada. Decimos que baja el poder adquisitivo. Y ahora nos encontramos dentro de un círculo vicioso. A la propiedad privada capitalista le ha llegado su hora», dice Marx. Pronto nos encontraremos en una situación revolucionaria.

Para resumir, acaba con que se levantan los proletarios asumiendo la propiedad de los medios de producción.

-Durante un cierto período tendremos una nueva sociedad de clases» en la que los proletarios mantendrán sometida por la fuerza a la burguesía. A esta etapa Marx la llamó dictadura del proletariado. Pero tras un período de transición, la dictadura del proletariado será sustituida por una «sociedad sin clases», o comunismo. En esta sociedad los medios de producción serán propiedad de «todos», es decir del propio pueblo. En una sociedad así cada uno «rendirá según su capacidad y recibirá según su necesidad». Además ahora el trabajo pertenecerá al propio pueblo, y cesará la «alienación» capitalista. Habrá una «sociedad sin clases»

-Todo esto suena maravillosamente bien, ¿pero cómo fue luego? ¿Llegó la revolución?

-Sí y no. Hoy los economistas pueden afirmar que Marx se equivocó en varios puntos importantes, por ejemplo en su análisis de las crisis del capitalismo. Marx tampoco tuvo suficientemente en cuenta la explotación de la naturaleza, que hoy en día vivimos cada vez con más gravedad. Pero... y hay un pero muy grande...

-El marxismo condujo de todos modos a grandes cambios. No cabe duda de que el socialismo ha logrado combatir, en gran medida, una sociedad inhumana. Al menos, en Europa, vivimos en una sociedad más justa y más solidaria que en los tiempos de Marx. Y esto se debe en gran parte al propio Marx y a todo el movimiento socialista.

-Después de Marx el movimiento socialista se dividió en dos tendencias principales. Por un lado surgió la socialdemocracia y por otro el leninismo. La socialdemocracia que había abogado por una aproximación pacífica al socialismo, fue el camino elegido por la Europa Occidental. Este proceso lo podríamos llamar «revolución lenta». El leninismo, que conservó la fe de Marx en que sólo la revolución podía combatir la vieja sociedad de clases, tuvo una gran importancia en Europa Oriental, Asia y África. Pero los dos movimientos, cada uno desde su lado, han combatido la miseria y la represión.

-¿Pero no se creó una nueva forma de represión? Por ejemplo en la Unión Soviética y la Europa del Este.

-Sin duda, y aquí vemos de nuevo que todo lo que tocan los seres humanos se convierte en una mezcla de bueno y malo. Por otra parte, sería muy injusto echar la culpa a Marx de las condiciones negativas en los llamados países comunistas, cincuenta o incluso cien años después de su muerte. Pero tal vez Marx no pensó que también eran humanos aquellos que luego iban a administrar el comunismo. No habrá nunca ningún «país de la suerte», supongo. Los hombres siempre crearán nuevos problemas contra los que luchar.

-Y con esto terminamos el capítulo sobre Marx

2 de septiembre de 2007

Summerhill: escuela de felicidad

Por Mikel Agirregabiria Agirre

Imagínese una escuela donde se cultiva la felicidad,… donde los alumnos son libres de ser ellos mismos, donde el éxito no es definido por los resultados académicos, donde quién eres importa más que lo que sabes, donde alumnos y maestros aprenden juntos, donde todo se organiza de forma democrática, donde cada persona tiene el mismo derecho de hablar y ser escuchada, donde la creatividad y la expresión propia no son reprimidas,…

La Escuela Summerhill (Colina de Verano) fue fundada en 1921 por Alexander Sutherland Neill. La descripción pedagógica y organizativa de tan compleja experiencia didáctica, e incluso la biografía de su fundador Neill, forman parte del currículo formativo de cualquier profesor contemporáneo. Resumirlas en unas líneas sería irreverente, por lo que como primera aproximación al pensamiento de Neill cabe citar los ilustrativos títulos de sus principales libros, donde difunde su proyecto y que marcan los grandes temas de la educación moderna.

A.S. Neill, que había actuado como periodista en diferentes medios editoriales, publicó durante todo su periplo docente numerosos textos, cuyos epígrafes marcan los hitos de su progreso profesoral a lo largo de su vida que transcurre entre 1883 y 1973. Sus primeros libros son “A Dominie´s Log” (Diario de un profesor rural) y ”A Dominie´s Dismisset” (Un profesor acomodado), entre 1916 y 1917. Se muestra como un iconoclasta, que narra humorísticamente su profesión. Extendiendo que sus reflexiones eran tomadas en broma, editó “The booming of Bunkie” (El crecimiento de Bunkie) en 1919 y ”A Dominie in Doubt” (Un profesor en dudas) en 1921.

En 1920 fue elegido como co-editor de la revista “Educación para una Nueva Era”. Las siguientes obras fueron en 1924 “A Dominie´s Five”, que protagonizan sus alumnos, y en 1926 “The Problem Child” (El alumno problemático), donde enuncia su axioma de la libertad “neilliana”. Continúa en 1932 con “The Problem Parent” (El padre problemático), donde presenta la dialéctica familia-profesorado. Sigue una trilogía: En 1934, “The Modern School Handbook” (Manual de la Escuela Moderna); en 1936 “Is Scotland Educated?” (¿Está educada Escocia?), y 1937 “That Dreadful School” (Esa Escuela Terrible).

En 1938 publicóThe Last Man Alive. A Story from the age of Seven to Seventy” (El último superviviente, una narración para niños de 7 a 70 años). En 1939 escribió “The Problem Teacher” (El profesor problemático) y en el año 1945 “Hearts not Heads in the School” (Corazones, no sólo cabezas en la Escuela). En 1949, editó “The Problem Family” (La familia problemática); y en 1953, “The Free Child” (El niño libre).

El 7 de Noviembre de 1960, coincidiendo con la semana en la que John F. Kennedy fue elegido Presidente, publicó su libro ”Summerhill”, de considerable éxito. Fue prontamente incluido en las listas de obras recomendadas en más de 600 universidades. Sus dos últimas obras fueron “Talking of Summerhill” (Hablando de Summerhill) en 1967 y en el año de su muerte, 1973, aparecía su obra autobiográfica “Neill! Neill! Orange peel” (Neill, Neill, Piel de naranja, como le llamaba irrespetuosa pero cariñosamente uno de sus alumnos, equivalente a “maestro ciruela”).

A.S. Neill creyó que en Summerhill se alumbraba una nueva civilización. En todo caso, aquélla fue y seguirá siendo una escuela referencial donde reinaba la vida, la alegría y el entusiasmo. Desde el paradigma de la libertad en este mundo enloquecido, contribuyó decididamente a revivir la única gran esperanza: la Educación universal de calidad y en equidad.

Escuela de Summerhill

Summerhill es una escuela inglesa fundada en 1921 por Alexander Sutherland Neill. Es una de las pioneras dentro del movimiento de las Escuelas democráticas. Atiende a niños de educación primaria y secundaria. Actualmente la directora es la hija de A.S. Neill, Zoë Neill Readhead.

Escuela de Summerhill

Una escuela democrática se caracteriza por dos principios básicos: la posibilidad de que los alumnos escojan si quieren asistir a clase y la dinámica de las asambleas, donde todos participan, para decidir las normas de la escuela.


Educar personas libres

Summerhill se destaca por defender que los niños aprenden mejor libres de los instrumentos de coerción y represión usados por la mayoría de las escuelas. Todas sus aulas son opcionales, los alumnos pueden escoger las que desean frecuentar y las que no desean. Neill fundó la escuela con el convencimiento de que "un niño debe vivir su propia vida - no una vida que sus padres quieran que viva, no una vida decidida por un educador que supone saber lo que es mejor para el niño".

Influencias

En 1917 Neill conoce Little Commonwealth, una escuela-reformatorio dirigida por Homer Lane, psicoanalista estadounidense. Lo que más le llama la atención fue que los propios jóvenes internos, presos por cometer delitos, gestionaban el espacio. Otro psicoanalista que tuvo fuerte influencia sobre Summerhill fue Wilhelm Reich, amigo personal y también analista suyo. Se nota la presencia de sus ideas en especial en la defensa de una educación colectiva en sustitución de la educación burguesa y estratificada.

Reich elaboró algunos escritos sobre educación, donde discute cuáles serían las formas de educar adecuadas y no adecuadas, teniendo en cuenta la felicidad de las personas. Para él, una educación que frustre o que satisfaga excesivamente está abocada al fracaso. Frustrar en exceso significa educar una persona apocada, conformista, incapaz de satisfacer sus propias voluntades, por otro lado satisfacer de más significa crear una persona inadaptada, incapaz de convivir socialmente.

La educación tradiconal defiende y estimula la represión de los instintos y de las voluntades de la infancia. Neill piensa, influido por el psicoanálisis que esta represión es la responsable de muchas de las neurosis que se manifiestan en la persona, tanto en la niñez como en la vida adulta.

Ideales

Neill establece que la principal meta de una escuela debe ser auxiliar a sus alumnos para que estos sean capaces de encontrar la felicidad propia y es por eso que propone un modelo muy diferente al de las escuelas tradicionales, que según él sólo consiguen promover una atmósfera de miedo. Para que una persona sea feliz necesita primero ser libre para escoger su propio camino. Es por eso que renuncia a cualquier tipo de autoridad moral o jerárquica y jerarquía.

En Summerhill, ningún adulto tiene más derechos que un niño, todos tienen los mismos derechos. Todos deben ser libres, entendiendo la libertad como una construcción colectiva. La libertad no acaba cuando comienza la del otro, como defendían los iluministas, la libertad precisa que todos sean libres para existir.

La pedagogía tradicional supone que los niños tienen una tendencia natural al egoísmo, siendo necesaria una interferencia autoritaria por parte de la familia y la escuela, para desarrollar el altruismo. Summerhill parte del mismo supuesto pero no llega a las mismas consecuencias: el niño es egoísta pero ese egoísmo no es malo en sí mismo. El egoísmo infantil es una etapa del desarrollo del niño (tesis acorde con las investigaciones del psicólogo suizo Jean Piaget) que si se desarrolla naturalmente desemboca en el altruismo; existe un momento en el que el niño necesita de los demás y entonces su propio egoísmo le abre a la comunidad. Inculcar a los niños principios altruistas antes de que sean capaces de asimilarlos sólo produce individuos miedosos e hipócritas. O sea, la educación tradicional yerra en esa interferencia autoritaria, sin percibir que es justamente ese tipo de interferencia la que alimenta aquello que identifica como problema. Según Neill es solamente a través del miedo como se puede intentar forzar el interés de alguien.

En esa escuela todas las reglas de convivencia y soluciones a los problemas que surgen en el día a día son resueltas en una asamblea que ocurre semanalmente, donde cada persona sea alumno, profesor o funcionario, tiene derecho a hablar y votar, manteniéndose el principio de que todos los votos valen lo mismo. Las normas de la escuela son construidas entre todos, todos se sienten parte del colectivo y se empeñan en mejorarlo. Un buen ejemplo de eso son los castigos defendidos por la Asamblea. En una ocasión, un niño, que no tenía dinero para tener su propia bicicleta, cogió una de otro niño para dar una vuelta y acabó estrellándola. El castigo fue que todos los miembros de la escuela hiciesen una colecta para comprar una bicicleta nueva y para comprar otra al niño que la había cogido por no tener dinero. No existe sentimiento de odio vinculado al castigo.

La escuela

Summerhill atiende alumnos de 5 a 16 años. Los niños son divididos en tres grupos de edad: de 5 a 7 años, de 8 a 10 y de 11 a 15 años

Los niños duermen en la escuela durante todo el período lectivo y son instalados por grupos de edad con una "madre de casa" por cada grupo. Los alumnos no sufren inspección en sus cuartos y nadie es responsable por dejar los objetos personales fuera de sitio salvo su propio dueño.

Las mañanas se utilizan para las clases y por la tarde los niños son libres para realizar actividades diversas que eligen ellos mismos. A pesar de que los alumnos no son forzados a participar en las clases, un grupo puede expulsar de un aula a un alumno absentista por ralentizar el desarrollo de los trabajos.