29 de junio de 2007

La escuela de la Señorita Olga. Abrir las puertas de las aulas

En la primera mitad del siglo XX, bajo el nombre de escuela nueva o activa, surgieron teorías y, sobre todo, experiencias de muy diversa orientación pero que, en conjunto, apuntaban a transformar la escuela tradicional, enciclopedista, del castigo como recurso pedagógico, bancaria, ajena a la realidad social. A partir de los aportes de John Dewey, en los Estados Unidos, o de María Montessori, en Italia, se impulsaron prácticas renovadoras que ponían el centro de interés en los niños y niñas con el objeto de que ellos sean no tanto los destinatarios sino más bien los protagonistas del aprendizaje.
En este paisaje nació la escuela de la señorita Olga Cossettini (1899-1987) y su hermana Leticia, quienes entre los años 30 y 50 convirtieron la Escuela Normal "Domingo de Oro" (Rafaela, Santa Fe) en un laboratorio de ideas y de proyectos de aula. Una experiencia pedagógica que sería conocida en el ámbito nacional pero también más allá de nuestras fronteras. Olga fue una batalladora en todos los frentes. En sus primeros años como maestra fue cesanteada por haberse sumado a la huelga de los docentes santafesinos que reclamaban el pago de catorce meses de sueldo, la estabilidad en el
cargo y una reglamentación para las promociones. Fue su primera cesantía, pero no la última. El 30 de agosto de 1950, en pleno peronismo (dicen que Leopoldo Marechal, el escritor, mucho tuvo que ver con la resolución), fue exonerada de su cargo como Regente, cerrando así definitivamente su proyecto. Apenas se hizo cargo de la Escuela Normal de Rafaela, Cossettini se propuso sacudir los cimientos de la institución. Eso implicó desde un cambio del espacio físico -aulas llenas de flores y mapas, con mesas colectivas para el trabajo grupal y bibliotecas bien provistas- hasta una transformación de lo que significa enseñar: el conocimiento no debía trasmitirse sino que debía ser conquistado, construido, por el alumno.
Si bien respetaba los programas y los contenidos de su época, Olga promovió la incorporación de la educación sensorial, la gimnasia rítmica, los juegos, las fiestas escolares, las asambleas, la pintura creativa. Además, privilegiaba un enfoque global, cuestionando la tesis entonces dominante que planteaba la necesidad de ir de la parte al todo para acceder al conocimiento escolar.La disciplina no constituía un problema. Cuando los chicos quieren lo que hacen, sostenía Olga, regulan su conducta. Así los tiempos escolares no se marcaban como en fábrica sino que se organizaban a partir de las necesidades del aprendizaje. Además, el trabajo por centros de interés o proyectos, operaba también como una forma de disciplinamiento no coercitivo sino consensuado colectivamente.
En esta escuela, un centro cooperativo y comprometido, se intentaba -más que preparar para la vida- crear las mejores condiciones de aprendizaje desde el presente de los chicos.En 1991, dirigido por Mario Piazza, se estrenó un mediometraje documental -titulado "La escuela de la señorita Olga"- que recuperaría la memoria de la experiencia de Olga Cossettini. Allí, en el filme, se recogían numerosos testimonios de sus ex alumnos. A continuación reproducimos algunos como para dar cuenta, aunque sea muy parcialmente, de una de las experiencias educativas más importantes de nuestro país.

Testimonios de ex alumnos y alumnas de la escuela de la señorita Olga
Patricia: Prácticamente todos los días salíamos de excursión, y esto era muy criticado. ¡Qué manera de perder el tiempo!, nos decían. En lugar de estar estudiando y dando clases de ciencia y de lenguaje están paseando. Nosotras aprendíamos matemáticas y ciencias naturales con los paseos. Medíamos el tiempo y la distancia contando las cuadras que había desde la escuela hasta la plaza, o los kilómetros hasta un campo vecino. En la plaza veíamos las formas de los canteros y de las fuentes y calculábamos las superficies, el volumen de agua que contiene la fuente.
Leticia: A los programas habituales les agregábamos visitas a los personajes interesantes del pueblo. Los niños charlaban con el albañil y se informaban de lo que era y para qué servía una plomada, jugaban con ella; cómo se hacía la mezcla, cuánto medía un ladrillo, el tiempo que le llevaba levantar una pared. Visitábamos la carpintería y nos enterábamos de las aplicaciones que tenían los diferentes tipos de madera y cómo se trabajaba cada una de ellas.
Amanda: El centro cooperativo fue un mecanismo interno de la escuela de mucha importancia. Los directivos eran elegidos entre los mismos chicos y cada candidato hacía su campaña electoral para las elecciones.
Ángela: Ahora recuerdo con gracia que yo misma hacía los carteles de propaganda para que me voten. En mi casa me decían... ¿cómo es que te hacés propaganda vos misma?... Y...sí...con letra de molde hacíamos los carteles y los pegábamos en las calles cercanas al colegio, o bien escribíamos en hojitas y tirábamos desde las terrazas. Fue muy duro dejar ese ambiente de paz y felicidad. Una vida donde se vivía con una óptica puramente
artística. Ingresar a una escuela secundaria tan formal como la que nos tocó vivir fue un golpe muy duro.
Amanda: De repente empezó a tener un valor muy especial todo lo que era disciplina rígida, y el aprendizaje empezamos a hacerlo a través de láminas, de visitas a museos, a pasar al frente a decir la lección, a sacar una hoja para la prueba...Venía por ejemplo la clase de dibujo y si nosotros queríamos pintar los árboles con el tronco de color rojo o de azul o de violeta, eso era muy mal visto por los profesores. Nos decían "¿Ustedes vienen de la escuelita de los locos?". Entonces quiere decir que no interpretaban lo que realmente nosotros traíamos, lo que queríamos, no nos daban libertad.
Teresita: Fue un corte quizá demasiado abrupto. Hablando de esto con amigos, me decían que entonces a nosotros la escuela no nos preparó para la vida, para la realidad, y no es así. No me preparó para esa realidad, pero me preparó para toda mi realidad porque toda mi vida fue desarrollada en base a las vivencias que tuve en la escuela.
Amanda: Cuando sacaron a Olga de ésta escuela, fue el 30 de agosto de 1950.
Felipe: Llegué a casa y mamá me recibió con la noticia de que Olga Cosettini había sido exonerada de su cargo por razones políticas del momento. Fue alevoso. Fue como si nos hubieran arrancado a nuestra propia madre.
Ángela: Yo todavía veo las dos maderas cruzadas en la puerta que comunicaba la casa de ella que vivía en los altos, con la dirección.
María Inés: ¡La puerta!, la puerta por la que pasábamos una y mil veces desde la escuela a la casa de ellas...estaba tapiada.
Paula: Fue una conmoción, los alumnos de la escuela se declararon en huelga de brazos caídos porque habían retirado a su directora, no querían dar clases.
Leticia: ¿Por qué se acaba todo?, ¿por qué no sirven las experiencias de los demás para conducir esto a un plano más alto. Más acorde con la sociedad y con los hombres. ¿Resulta siempre peligroso abrir los ojos a alguien para que se encuentre con la verdad?
Ana: Realmente era una cosa tan hermosa y sé que nunca voy a vivir momentos como los de la escuela.

1 comentario:

tus pollos dijo...

Dedicado a la profe Pettiti de didactica de tercero, del instituto de formacion docente y tecnica leopoldo marechal numero 42 de parte de sus pollos de 3ro de historia 2001. te queremos profe!!!